De repente despertó, dejando atrás las neblinas de la existencia. Su blanca piel era un tapiz inmaculado cuya belleza era comparable a la majestuosidad de Venus. Y como un eclipse de luna, el negro de su melena azabache y su vestido vaporoso ocultaban la nívea piel de su cuerpo terso y frío.
Aquellos grandes ojos negros estaban abiertos y llenos de terror.
¿Dónde estaba?
¿Qué extraño paraje podía existir en un lugar como aquel?
¿Por qué sentía que había vuelto a casa, aún desconociendo el lugar?