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miércoles, 27 de abril de 2011

Fuego eterno

Hace mucho tiempo, cuando aún hombre y naturaleza formaban parte de una misma esencia, cuando animal, vida y muerte no era más que un ciclo de la existencia, había un pequeño cirio de color dorado cuya llama parecía no extinguirse nunca.

La vela estaba situada sobre una roca y ésta roca se encontraba en el interior de una cueva.

Nunca nadie supo quién habría puesto una vela allí o si realmente habría aparecido en la cueva antes incluso que la vida. Pero su misterio creció de la mano de su misticismo, y pronto se contaron fantásticas historias sobre la vela de la caverna.
Un día un hombre llegó a la taberna del pueblo con rostro demacrado y respiración agitada.



-¡Está maldita! -gritó el hombre-. ¡La vela está maldita!
-¿Por qué decir eso del objeto de nuestra devoción? -preguntó la posadera mientras sacaba brillo a una bandeja de plata.
-¡La vela de la caverna está maldita! -repitió-. Mi hermano y yo nos adentramos en aquel territorio y la llama nos habló. Mi hermano deseaba ser rico y la vela le dijo que no había logrado pasar la prueba. ¡Desde entonces no sé dónde está!

¿Cómo podía haber ocurrido aquello? ¿Y si el hombre estaba equivocado? Para las gentes de la zona aquella vela era milagrosa y no podría hacer ningún mal. Lo más seguro era que su hermano estuviese disfrutando de las riquezas en algún lugar tan idílico como recóndito mientras él bramaba incoherencias como un borracho sin alcohol.

Un cazatesoros que se encontraba bebiendo una pinta al otro lado de la taberna escuchó los quejidos del hombre y se levantó. La posadera miró al hombre y musitó "chiflado" mientras se alejaba hacia sus quehaceres.
El cazatesoros se interesó por lo ocurrido en la caverna y pronto se empapó de información.

Ya por la noche el cazatesoros regresó a su casa de mármol, madera de nogal y reluciente vidrio. En su interior aguardaba su bella esposa y sus tres hijas de igual belleza.
Era un hombre querido tanto dentro como fuera de casa, pero aún así su corazón le pedía adentrarse en la cueva y averiguar qué era lo que podía ofrecerle la vela.

-Mañana partiré, querida -dijo el hombre a su mujer dándole un beso en la frente.
-Pero mañana es el cumpleaños de nuestra hija pequeña. ¿Cuánto vas a tardar?
-No lo sé, pero procuraré estar aquí lo antes posible.

La mañana llegó calurosa pero nublada. El cazatesoros se equipó con su mejor indumentaria y cargó una mochila de piel vacía a su espalda.
El día sería largo pero obtendría un buen botín que quizá podría compartir con su hija.

La cueva, tan profunda como inhóspita se adentraba en la oscuridad dando la impresión de estar mirando al interior de la garganta de un lobo gigantesco.
Pero ni cien cuevas podrían amedrentar el corazón aventurero y valeroso del hombre.
Cargando con una antorcha en una mano y una navaja en la otra fue dando pasos premeditados hasta adentrarse en una gigantesca y laberíntica red de túneles que cada vez parecía descender más hacia las profundidades.

Y allí estaba. Posada sobre una roca caliza una pequeña vela dorada emitía un lánguido destello parpadeante que obligaba a todo lo que había a su alrededor a proyectar alargadas sombras que reptaban fusionándose unas con otras.

El hombre clavó la antorcha en el suelo arenoso y se acercó con los ojos bien abiertos a la vela. De repente la llama lánguida rugió, explotó y se convirtió en una amenazadora lengua de fuego.

-Tú dices ser un cazatesoros, hombre del pueblo libre de los exteriores -habló una extraña voz que carecía de género. Sonaba tan inhumana que el vello del hombre se erizó hasta en la nuca-. En tus ojos puedo ver la grandeza de días pasados y venideros. ¿Cuál es el motivo de tu llegada? Habla, pero hazlo de corazón.
-Yo nunca hablo banalidades -objetó el hombre-. Mi llegada a tu cueva es simple. Tu leyenda ha perdurado durante eones. Quiero saber la verdad.
-Ambos queremos saberla.
-¿Cuál es tu verdad? -preguntó él mirando fijamente la lengua de fuego que lamía la bóveda allá arriba.
-Mi verdad es mi existencia. Mi mentira es mi olvido.
-¿Será verdad lo que andan diciendo sobre ti? ¿Se tornan reales los deseos con tu presencia?
-Pueden tornarse reales. Pero para ello antes hay que hacer una promesa.
-¿Y cuál es?
-¿Es puro tu deseo así como puro tu corazón?
-La pureza guía mis pasos -un látigo de fuego golpeó el pecho del hombre y el silencio se hizo durante largo rato.
-Así sea -sentenció la llama-. Habla ahora.
-Llama del fuego eterno que todo lo sabe y todo lo ve. Mi deseo es simple pero grande: Quiero el reconocimiento mundial para que mi fama sustituya mi trabajo y poder dedicar así la plenitud del tiempo a mi familia.

Un nuevo silencio gobernó la caverna y el hombre miró indeciso en todas direcciones. De repente un temblor sacudió la tierra y la antorcha cayó de lado hasta apagarse.
El hombre extendió los brazos con gesto dubitativo sin saber muy bien dónde asirse. Y es que no había lugar para ello.

-Noble es tu deseo pero corrupto es tu corazón. En la fecha de hoy, tan importante para tu familia, has decidido venir aquí antes de dejar los deseos para más tarde. No vives aferrado al amor. Has quebrado la promesa y por lo tanto no has pasado la prueba.


Y durante muchos años nada se supo del cazatesoros que una mañana calurosa de primavera se internó en las cavernas de la llama eterna.
Pero entonces, cuando la más pequeña y rubia de las hijas creció y tomó consciencia de su existencia, el destino deparó un nuevo camino en la vida de aquella familia.

Y la misma vela pareció sorprenderse al ver ante ella a la que era la hija del hombre que ella había encarcelado en los confines del infinito donde nada tiene forma ni el tiempo existe.

-Hija del cazatesoros que pidió fama para tener familia, ¿cuál es el motivo de tu llegada aquí? -preguntó la vela con su voz sobrenatural.
-Son muchos años y muchas penas las que han tenido que pasar mi familia para que llegue este momento. El deseo de mi padre oprimió el corazón de mi madre y ya no es la misma. Sé que otorgas deseos a los corazones puros y puedo hacer mi juramento en este mismo momento -el látigo de fuego golpeó el pecho de la joven y ésta retrocedió pocos pasos poniéndose ambas manos en el corazón.
-Habla ahora. Mas cuidado con las consecuencias.
-Te entrego mi vida, oh llama eterna, con tal de que mi padre regrese.

-Tu corazón es puro y tu deseo lo es también. El deseo será concedido.

El día mudó su piel y una tormenta estalló. Y fue entre la cortina de agua que alguien se abrió paso hasta salir de la cueva.
Cuando el cazatesoros regresó a casa explicando lo ocurrido primero hubo llantos y luego alegría. La decisión de la muchacha ya había sido tomada desde hacía tiempo y sus padres y hermanas decidieron enorgullecerse del sacrificio que había significado su ascensión hacia el conocimiento.


Licencia Creative Commons
Fuego eterno por Jessyca Mayorgas Arrabal se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.
Basada en una obra en edriellelaescriba.blogspot.com.

3 comentarios:

  1. Cortito pero entretenido, me ha gustado :P.

    P.D: Garrett de la saga de juegos Thief <3! Si fuese él de verdad el cazatesoros, la llama de la vela no podría haberlo encarcelado EA.

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  2. No lo conozco, fue la imagen más atractiva que encontré. ¿Qué tal, es majo? ¿Sería buen padre? =o

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  3. Me temo que no sería un buen padre... xD

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