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domingo, 20 de noviembre de 2011

El infortunio de Belina y la luz que dejó atrás, Primera parte

Criada en el seno de una familia humilde procedente de Atria, Belina Kassiopea siempre había gozado de las mieles de un entorno cálido y agradable.
A la edad de dieciséis años Belina, su madre Harda, su tía Melisea y sus hermanas pequeñas Danae, Mïlva y Neadel se tuvieron que mudar de las gélidas tierras norteñas dado que el hachazo de la muerte fue muy duro y contundente en la familia.



Mientras trabajaba en las minas del monte Derot, Balano, el marido de Harda, sufrió un terrible accidente: un derrumbamiento acabó con su vida y con la de tres mineros más que trabajaban día y noche extrayendo el precioso mineral de las entrañas de la tierra.


Dado que la familia sobrevivía en gran medida por los beneficios que Balano obtenía en la mina, la familia Kassiopea tuvo que mudarse al sur, donde las tierras eran más libres y las promesas de trabajo eran grandes.
Y aunque Harda siempre había rechazado su lado más misterioso tuvo que volver a estudiar todos los conocimientos arcanos para poder vender pócimas y brebajes a los viajantes sedientos de las mercancías de una bruja andrajosa.

Pasados los años la familia Kassiopea logró construirse una modesta casa con un tejado de paja oscura a modo de sombrero picudo en los lindes norteños del bosque Derill, el cual se elevaba sobre un altiplano que mostraba el gélido océano del norte y las siempre nubladas montañas de hielo de la desconocida región a la que llamaban Merak.

Siete años más tarde de la terrible muerte de Balano, Varantha llamó a la puerta de la casa circular a la que muchos viajeros habían bautizado como “la choza de la bruja”. Y así fue como la muerte se llevó a Melisea, hermana de Harda, tras dos años luchando duramente contra una enfermedad que le nublaba la vista y le oprimía los pulmones.
Entristecidas y vestidas todas de blanco llevaron el cuerpo de Melisea hasta la playa, donde una invocadora de Dolben aguardaba para oficiar el Ritual de la Puerta; un rito que aseguraba el paso de los muertos a Nabae, la Morada Primigenia de los dioses y el remanso de paz para todas las almas.


Terminado el ritual y asegurada el alma de Melisea, introdujeron su cadáver en una balsa desgastada e hicieron que se introdujera lánguidamente en el oleaje. Poco después la silueta se perdió en la inmensidad y las lágrimas y los llantos se arrastraron en lontananza junto a Melisea.

Pero, ah, aquella no sería la última desgracia que vivirían las Kassiopea, pues al cambiar las lunas Harda hizo llamar a Belina a su habitación mientras las pequeñas dormitaban junto a un pequeño estanque rodeado de vegetación.

-Oh, Belina, mi querida hija –dijo Harda desde la cama mientras tosía con dificultad.
-Madre, ¿le traigo agua?
-No, gracias, tesoro. Lo cierto es que muy pronto no necesitaré más cosas de este mundo.
-¡Madre!
-Cariño, estoy mayor. Mis días llegan a su fin, lo presiento. Por eso necesito tu ayuda. Necesito saber que el día que me marche tú seguirás cuidando de tus hermanas. Y para ello necesitas hacer que el negocio siga adelante.
-Pero yo no soy tan buena como tú…
-Vamos, vamos, cariño. Naciste con el don de Heka, de la magia. El día que naciste tu padre te sostuvo entre sus brazos y las heridas que sufría por el trabajo se curaron inmediatamente. Y cada mañana con tu despertar los pájaros se posaban sobre el alféizar de tu ventana y cantaban contigo para que nunca lloraras. Sé que existe la magia dentro de tu corazón, y por eso quiero que la descubras. Y aunque sea egoísta necesitas explotar ese don que tienes para mantener a tus hermanas hasta que ellas descubran sus propios dones.
-Madre…

Y aunque Belina siempre había intentado borrarse aquella conversación de la mente lo cierto era que tuvo que ponerse a estudiar todos los libros de magia que Harda poseía, así como pasarse muchas noches meditando frente a las luminosidades de las lunas nocturnas que se alzaban en el firmamento como dos veleros en el negro océano.

Y en cuanto Belina atendió a sus primeros clientes la muerte llegó y se llevó dos nuevas almas. Aquella mañana Harda amaneció pálida y fría, pues durante la noche su corazón se había detenido sin obligarla a sufrir. Pero en la habitación de al lado, donde dormían las pequeñas, la muerte se cobró otra vida.
Debido a la desnutrición que sufrían las pobres campesinas, la más pequeña de las Kassiopea, Neadel, murió al pasar tanto tiempo sin comer.

Aquella fue una mañana trágica e insoportablemente dolorosa para las hermanas. Tanto Belina, Danae como Mïlva se abrazaron llorando desesperadamente ante la horrible imagen que presentaban las camas de las difuntas.
Cargando los dos cuerpos sobre el desgastado carromato que años atrás se habían encontrado abandonado en el bosque, las hermanas Kassiopea viajaron en silencio hasta el bosque Derill, donde Belina tenía pensado dejar a sus hermanas al cuidado de las difuntas mientras ella viajaba a toda prisa hasta el templo más cercano y buscaba una nueva invocadora que pudiera guiar las almas de su madre y su hermana.

Y fue en el trayecto hacia el pequeño templo de Námia, una pequeña edificación circular devorada por la hiedra en flor, donde Belina se topó con un carruaje que delataba la posición social de las personas que se encontraban en el interior.
Al ver el rostro demacrado y las ropas harapientas de Belina, Auros Edrielle, un muchacho de diecinueve años que aún no sabía lo que era trabajar hizo que detuvieran el carromato.
Aquella muchacha tenía una belleza extraña que ni la pobreza podía eclipsar.


-Disculpe señorita –dijo él cortésmente asomando el rostro por la ventanilla ovalada con relieves en oro. Ella le miró con el rostro severo y luego dirigió una rápida mirada al templo que ya asomaba entre los árboles-. ¿Puedo ayudarla?
-¿Crees que por ser una persona de bien puedes ir alardeando de altruismo por doquier? No, gracias. Tengo una madre y una hermana a las que enterrar. Ve a tu palacio y come hasta reventar.

Belina salió del camino farfullando y apretando con fuerza los puños. Auros la miró anonadado sin saber qué decir, hasta que el conductor, desde el pescante, le sugirió que retomaran la marcha hacia Virana, donde le esperaba un baile en el castillo de Baráquia.

1 comentario:

  1. Hola Edrielle!
    me llamo Ruben y soy de Argentina, Leí todos tus relatos y han gustado mucho.
    Te cuento que encontré tu blog, en el artículo de javier sobre "treinta maneras de promocionar tu blog", con respecto a tus escritos te comento que primero :yo empecé a escribir solo hace un mes con gran aceptación y mis relatos me salen con un lenguaje hibrido y mas reencarnado , He leído mucho Bukowski ja,ja! Tamien he leido Borges, Cortázar, Poe, Neruda, Hesse, etc.
    Y mi obsesión ahora es refinar mi lenguaje literario por eso tus escritos me han servido para tal fin.
    Luego de diseñar mi blog (soy diseñador multimedia), me encontré con que no cumplia los requisitos para colocarle publicidad, asi que lo he provisto de varios servicios mas con la excusa de promover los cuentos.
    En fin si quieres ver mi blog y darme tu opinión al respescto te lo agradeceré mucho ya que eres la primer colega con la que me contacto la dirección es:
    http://literaturamasmusicaycineparatodos.blogspot.com.ar/
    Te felicito por tu arte y nos vemos!
    Mi mail es rubenleguizamon@gmail.com
    Gracias por tu tiempo!

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