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miércoles, 18 de mayo de 2011

Romance de hielo, segunda parte

Nivalda observó a Vali. El muchacho se encontraba al otro lado de las llamas y su rostro parecía aún más bello en armonía con el fuego. Y él tenía la misma opinión sobre ella. Ambos bajaron la mirada tímidamente y estuvieron así hasta que las feroces llamas se convirtieron en una trémula lengua de fuego semejante a la de un cirio a punto de extinguirse.
Vali se acercó a Nivalda y le frotó el brazo para despertarla.

-Voy a salir a por madera, aunque en este páramo helado mi objetivo es todo un reto.
-¿Vas a dejarme aquí sola? -preguntó ella aferrándose a su brazo.
-Tenemos asegurada esta caverna, así que tú debes custodiarla. Yo iré a por leña. No tengo ni idea de cómo regresar a Varlenda, así que lo más probable es que estemos aquí bajo muchas lunas.

Y así, con el ánimo renovado, Nivalda se quedó en el interior de la caverna. Vali se equipó un morral vacío y salió escalando los cristales de hielo mientras Nivalda observaba su heroica figura trepando cual lagarto.


Y cuando desapareció los pensamientos de Nivalda se expandieron. Quizá no era del todo malo que estuvieran perdidos en el reino de su señora. Aquello le daría más tiempo para estar con Vali. Y sabía que en el fondo le amaba.

Pero entonces sus juramentos y servidumbre al templo y a su señora se cruzaron con aquellos tentadores pensamientos y poco a poco su ánimo fue descendiendo.
Las horas pasaban lentas y la luz que se filtraba desde arriba menguaba paulatinamente, arrancando con su ausencia el poco calor que había logrado aposentarse en el interior.

Sin embargo, cuando las sombras invadieron casi la totalidad del hielo, Vali apareció entre las protuberancias de cristal portando en su chepa un gran bulto. Aquello provocó en principio un poco de desconfianza y miedo en Nivalda, pues no reconocía al intruso, pero entonces cuando él habló todos sus miedos desaparecieron.

Vali descargó mucha madera, algunas piedras y un par de liebres. Fue difícil reavivar el fuego con la madera húmeda. Además, a causa del estado del material, pronto la caverna se llenó de un humo espeso.
Cuando finalmente lograron hacer una buena fogata con el humo justo cocinaron las liebres y se tumbaron sobre las pieles. Poco a poco sus cuerpos se acercaron anhelando el calor humano.
Ambos abrazados se miraron a los ojos y se quedaron así hasta que el sueño les venció.

Desde aquél día Vali hacía cada mañana un recorrido periférico intentando encontrar una salida hasta Varlenda. Pero, además, aquella semana sirvió para que Vali y Nivalda reforzaran el lazo que les unía.
Finalmente una noche el sacerdote no pudo reprimir más sus sentimientos.

-Eres hermosa y tu piel es fría y suave como los hielos que gobiernan estas montañas. No sé hasta cuándo podré soportar el verte y no tenerte. Y aunque en mi corazón se libre la batalla de la moralidad y mi juramento como sacerdote contra lo que siento por ti creo que los justos ya han sido ganadores.
-Mi sinceridad me obliga a decir que mi corazón viaja a la misma velocidad que el tuyo. Al verte siento que deberíamos estar juntos. Pero entonces mis votos como elegida de Hadánae entran en escena...
-¿Y no crees que esta es la voluntad de Hadánae? Estamos en su seno, hemos regresado al útero materno de nuestra señora. ¿No crees que ella lo permite?

Entonces Nivalda sopesó aquellas palabras que hasta entonces no se le habían ocurrido. Quizá Vali tenía razón.
Su objetivo en la vida era conservarse pura hasta llegado el momento, cuando tendría que servir a la diosa, según las profecías de los templos. Pero, si ella obedecía la voz de su señora, ¿por qué tener miedo a algo que parecía estar permitido? Un beso no haría daño alguno...

Y así fue como Nivalda hundió sus tímidos labios en los de Vali. Los encontró tan cálidos y reconfortantes que estuvo besándolo hasta que el tiempo se convirtió en hielo.
Pero tal y como el mismo material del que estaba hecha la caverna se exponía al sol y se derretía, pronto su felicidad se vio eclipsada por el horror.

Unos pasos se acercaban y la voz de unos veinte hombres resonaba con un estruendoso eco. Vali se puso ante Nivalda y ella se encogió de miedo. No estaba preparada para enfrentarse a los bandidos. Ella no había sido instruida en el arte de la guerra.

Pero entonces aparecieron sus camaradas. Unos diez sacerdotes y veinte soldados irrumpieron en la entrada de la caverna. Al ver a Nivalda hicieron una reverencia y se acercaron a ella cabizbajos.
Entonces la pusieron en pie y entre todos la fueron extrayendo de la caverna. Vali quería ir con ella pero la fuerza de la muchedumbre lo dejó apartado.

-Sacerdote -saludó un compañero mucho más mayor-, ¿nos acompañará o prefiere ser escoltado hasta la ciudad?
-Iré con vosotros.

Nivalda se encontró nuevamente en el interior de un carromato dorado tirado por aquellos gigantescos lobos de pelaje de plata y armadura de piedras preciosas.
Era todo un lujo. Además sus cojines de plumas de oca y sus cirios aportaban una comodidad única después de todo lo ocurrido.
Pero se sentía sola. Necesitaba a Vali.

Y cuando el carromato ascendió hasta la cima de la montaña más alta sus temores se hicieron aún mayores.
El terreno allá arriba parecía estar constantemente velado por gruesos nubarrones que corrían en espiral, pero cuando la niebla se disipaba se podía ver una gran plataforma circular de piedra medio tapada por la nieve y el hielo.
Y en el centro de la plataforma había una estructura de madera y metal semejante a un trono puesto a varios metros de altura y conectado a la tierra por unas escaleras de madera.

Los sacerdotes sacaron a Nivalda del carromato y la acercaron hasta la plataforma, donde la desnudaron y pintaron su cuerpo con extraños símbolos mientras otros emitían un cántico de ritual muy amedrentador.
Vali llegó a la cima acompañado por otros sacerdotes y su mundo se vino abajo al ver a Nivalda desnuda, tiritando y atada en el trono de allá arriba mientras los fuertes vientos azotaban con violencia su cabello.

No podía creer que hasta hacía una semana él también hubiese creído en aquel propósito. Si no hubiese llegado a conocer a la elegida, si no la hubiese llegado a amar, ella no estaría ahí. Habría sido más astuto y habría echado a correr con ella.

Y Nivalda compartía el mismo sentimiento. Su fin estaba cerca y el amor de su vida, además de Hadánae, estaba entre aquella multitud.
Y Vali desató los sentimientos que guardaba en su corazón.

-¡No! -gritó él extendiendo el brazo hacia ella en un desesperado intento de protegerla-. ¡Bajadla de ahí! ¡Esto no es justo!
-Debe servir a nuestra señora, sacerdote -dijo otro con voz ominosa-. Esto es así y debe serlo. Lo sabes.
-Pero yo la amo.
-¡Blasfemo! ¡Encarceladlo! -ordenó el que parecía ser el sumo sacerdote. Y entonces un grupo de soldados corrió hasta Vali y lo arrollaron hasta que no pudo moverse. Pero estando en el suelo observó cómo desde las tan cercanas nubes surgió un relámpago tan grueso como luminoso que explotó en el mismo trono donde Nivalda se encontraba.
-¡No! -gritó él con lágrimas en los ojos-. ¡Nivalda! ¡No!

El ritual se dio por finalizado. El trono en llamas y el cuerpo irreconocible de la elegida de Hadánae confirmaron que su propósito había sido cumplido.
Y pronto los males que azotaban Varlenda por parte de las montañas fueron cediendo.
Pero los males que residían en el corazón de Vali crecieron, pues además de perder al amor de su vida se vio obligado a vagar por el mundo cual mendigo exiliado de su reino.
Ahora el mundo parecía mucho más equilibrado, pero nadie sabría jamás el precio que habían pagado.



Licencia Creative Commons
Romance de hielo, segunda parte por Jessyca Mayorgas Arrabal se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.
Basada en una obra en edriellelaescriba.blogspot.com.

3 comentarios:

  1. Mi querida Jessalda,

    Tu historia me ha conmovido hasta el punto de sentir dentro de mí auténtica tristeza debido al trágico final de la misma. Por fortuna, te veré en otro mundo dentro de unas semanas. Espero impacientemente nuestro reencuentro.

    Siempre tuyo,
    Vali.

    P.D: Me tenías preocupado porque no das señales de vida :( +arg

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  2. Ains Mi Vali Hurtado =( Es que he estado ingresada (nada, un día y medio). Ya te contaré.
    Pues sí, sí, ¡¡en nada WWE!!

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  3. Eso me deja aún más precupado, espero que estés bien :/. A ver si hablamos y me cuentas T_T.

    :*

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